Diferencia una tarjeta revolving de una tarjeta tradicional

¿Sabes si tienes una tarjeta revolving? Descubre como saber si tienes una

Muchas veces vemos tarjetas revolving, pero… ¿sabemos que es realmente? Una tarjeta revolving es un tipo de tarjeta de crédito que permite al titular pagar sus compras mediante cuotas mensuales. A diferencia de las tarjetas de crédito convencionales, en las que el saldo debe liquidarse en su totalidad al finalizar el mes, en las tarjetas revolving el saldo pendiente se convierte en una deuda que se financia con intereses, los cuales suelen ser más elevados que en otros productos financieros.

El cliente puede elegir cuánto pagar cada mes, ya sea un porcentaje del saldo pendiente o una cantidad fija. Sin embargo, este tipo de tarjetas puede generar un problema si no se tiene un buen control, ya que los intereses pueden acumularse rápidamente, haciendo que la deuda crezca a pesar de los pagos regulares.

Ahora, es interesante saber las diferencias entre las tarjetas revolving y las tarjetas de crédito tradicionales. 

Una de las principales características es las diferencias es las forma de pago, por un lado, las tarjetas revolving, permite pagar las compras en cuotas mensuales que pueden ser un porcentaje del saldo o una cantidad fija. Esto significa que puedes comprar hoy y pagar cómodamente a lo largo del tiempo, pero la deuda se acumula con intereses.

Y, por otro lado, tenemos las tarjetas tradicionales, el saldo debe liquidarse en su totalidad al final de cada mes o en el período de facturación acordado. También es posible pagar una parte del saldo, pero los intereses serán más bajos comparados con los de una revolving.

En nuestra vida lo podemos ver, si compras una televisión por 1.000 € con una tarjeta revolving, podrías decidir pagar 100 € al mes. Sin embargo, al agregar intereses, podrías terminar pagando más de 1.000 €, dependiendo de las tasas aplicadas. Y con una tarjeta tradicional, si pagas esos 1.000 € al final del mes, evitarías cualquier interés. Pero si decides financiar una parte, el interés suele ser menor y el tiempo de pago más corto.

Cuando hablamos de finanzas, lo más importante es tener el control de ello. Las revolving, al permitir pagos mínimos bajos, puede dar una falsa sensación de control, ya que el saldo puede aumentar si no se monitorean los intereses. Es común que los usuarios terminen pagando mucho más de lo que inicialmente gastaron. Y si hablamos de las tarjetas tradicionales, exige el pago del saldo total, o una mayor parte del mismo, cada mes, ayuda a mantener la deuda bajo control y a evitar que los intereses se acumulen rápidamente.

Un ejemplo de como puede verse reflejado en nuestra vida, puede ser, si tienes una deuda de 2.000 € en una tarjeta revolving y decides pagar solo el mínimo mensual de 50 €, podrías tardar varios años en liquidarla, y probablemente pagarás el doble o más debido a los intereses. Sin embargo, con una tarjeta tradicional, el saldo se puede pagar en su totalidad al final del mes o en unas pocas cuotas, lo que evita que la deuda crezca incontrolablemente.

Y si hablamos de flexibilidad, por un lado, tienes las tarjetas revolving que ofrece mayor flexibilidad en los pagos, lo que puede ser útil en situaciones de emergencia, ya que no estás obligado a liquidar todo el saldo cada mes.

En cuanto a las tarjetas tradicionales, aunque permite cierta flexibilidad, está más orientada a quienes pueden liquidar sus gastos mensualmente o en un plazo corto.

Por ejemplo si tienes una tarjeta revolving y necesitas cubrir un gasto imprevisto de 500 €, puedes pagarlo a lo largo de varios meses con cuotas pequeñas y con una tarjeta tradicional, tendrías que pagar esos 500 € en un mes para evitar intereses, lo cual podría ser más restrictivo en momentos de apuro financiero.

Sin embargo, la diferencia más importante para tener en cuenta es la diferencia de costes al largo plazo, con las tarjetas revolving aunque parece una solución cómoda para financiar compras, a largo plazo puede ser más cara debido a los altos intereses acumulados. Y con respecto a las tarjetas tradicionales, si pagas a tiempo cada mes, no hay cargos adicionales, lo que la convierte en una opción más económica si la usas responsablemente.

En la vida real lo podemos ver como con una tarjeta revolving, podrías financiar unas vacaciones por 2.000 €, pero después de algunos meses podrías haber pagado más de 2.500 € debido a los intereses. Y si tienes una tarjeta tradicional, puedes financiar la misma cantidad, pero al pagar el saldo al mes siguiente, evitarías pagar intereses extra.

Para que a todos nos quede claro, las tarjetas revolving ofrecen mayor flexibilidad de pago, pero a un coste mayor si no se gestionan correctamente. Las tarjetas de crédito tradicionales, en cambio, son más recomendables para quienes pueden pagar sus saldos a tiempo y evitar los intereses elevados. La elección dependerá de tu capacidad para manejar la deuda y tus necesidades financieras a corto y largo plazo.

Ahora, si tienes una tarjeta revolving. ¿Sabes qué hacer si tienes una? Aquí te lo explicamos.

Lo más importante es revisar las condiciones, verificar la tasa de interés, además, contactar con nuestros especialistas en tarjetas revolving, los cuales te llevaran tu caso personalizado, donde estudiarán tu contrato y te guiaran por el camino para lograr cancelar tu contrato, y/o recuperar lo pagado de más.